Kryptovault, una granja de minería de criptomonedas en Noruega podría suspender sus operaciones por problemas regulatorios y denuncias de contaminación acústica.
A través de una reseña en medios locales, se explicó que las autoridades noruegas podrían obligar a la compañía – conocida como Kryptovault – a cerrar sus puertas temporalmente, debido a presuntas irregularidades con el papeleo, que al no estar en orden ponen a la granja en estado de ilegalidad.
Si bien, no se sabe a ciencia cierta cuáles son las certificaciones que debe solucionar Kryptovault para poder seguir llevando a cabo sus actividades, se entiende que están relacionadas a las instalaciones y no al proceso de minado, por lo tanto el cierre del espacio sería por un tiempo determinado y no permanentemente.
Sin embargo, esto tomó por sorpresa a Stig Myrseth, el CEO de la empresa, quien explicó que antes de comenzar con las operaciones se tomaron las previsiones legales correspondientes para evitar incidentes, eso incluye por lo tanto, la tramitación de los permisos correspondientes a la dirección física.
Así mismo, otro hecho que resalta es la queja impuesta por habitantes de la zona, quienes aseguran no poder soportar el excesivo ruido generado por los mecanismos de ventilación y enfriamiento utilizados en la granja, que les obliga a mantener puertas y ventanas cerradas incluso en verano, cuando las temperaturas se elevan, con tal de escapar del ruido.
Teniendo en cuenta que el centro de operaciones de Kryptovault cuenta con 9.500 computadoras, que utilizan hasta 40MW de potencia para operar las 24 horas del día, los 365 días del año, no es de extrañar la justificada queja de los habitantes; y si bien se traduce en varios millones de coronas noruegas y un aumento de capacidad de beneficios a los inversionistas, desmejora la calidad de vida de las familias en urbanismo colindantes.
Medidas tomadas por Kryptovault
A pesar de que denuncias como estas marcan un precedente negativo para compañías de minería, en el caso de Kryptovault, su directiva no se ha desentendido de la problemática, ya que han invertido en reductores de ruido que bajarán los niveles de unos 60 decibelios a 45 aproximadamente, para poder mantener las máquinas operativas y no perjudicar ni a sus vecinos, ni a sus inversores.
También se han dispuesto a solicitar los permisos requeridos para evitar problemas con el Estado y para mantener su nivel de credibilidad.
En este sentido, no pasa desapercibido el impacto que puede generar el uso de esta tecnología y es por esto que sus portavoces han reiterado que sus máquinas operan con energía de fuentes renovables – como la hidráulica y eólica, en una muestra de preocupación por el ambiente.
