Las políticas expansivas llevadas a cabo por los bancos centrales de medio mundo, incluidos dos tan importantes y normalmente adictos a la ortodoxia financiera más estricta como son el BCE y la FED, sumadas al hecho de que la pandemia ha desencadenado un caos a varios niveles como el logístico y la desaparición de las empresas que no pudieron soportar el cerrojazo a la economía que supusieron los confinamientos, han provocado un aumento de la inflación a la que muchos países no estaban acostumbrados y a la vez ha hecho más atractivo para los ciudadanos el estudiar la mejor forma de poner a salvo los ahorros invirtiendo en algún activo que por lo menos proporcione un beneficio igual al del índice de la inflación para de esta forma no perder poder adquisitivo; acciones, futuros, algún plazo fijo especialmente generoso (difícil) o ¿criptomonedas?
Y es que es habitual encontrar tanto opiniones a favor como en contra de las criptomonedas como forma de salvaguardar el capital ante la previsión de que entidades como el BCE no suban los tipos de interés en el corto plazo, a pesar de que por sus características las criptomonedas no parezcan ofrecer garantías a la hora de mantener su valor, de hecho son un activo extremadamente volátil.
Puede que bitcoin no sea un valor refugio seguro, pero tiene su utilidad
Bitcoin no parece ser un valor refugio, pero en su corta vida sí ha demostrado ser un activo extremadamente alcista que pasó de valer prácticamente nada a una cotización que en su máximo histórico superó los 65.000 dólares, ¿significa ello que es una inversión segura que no sólo garantizará el poder adquisitivo actual sino que lo va a incrementar de manera exponencial? Ni mucho menos, de hecho dependiendo de en qué momento se haya invertido se habrá sufrido pérdidas, al menos si se vendió antes de una subida, la cual sea dicho no está ni mucho menos garantizada.
No obstante las criptomonedas también tienen muchos aspectos netamente positivos, tan populares se han vuelto que los brókeres online también las ofertan entre sus productos, donde se puede operar con ellas mediante el trading online de CFDs sin realmente comprar criptomonedas sino operando con sus precios. Sin embargo esto no significa que exista un riesgo menor para el inversor, de hecho la herramienta del apalancamiento presenta riesgos altos, pero no es necesaria la custodia dado que no se adquieren criptomonedas. Además permiten abaratar algo tan importante para algunos países como el envío de remesas ya que con ellas se puede esquivar a las casas de cambio dado que el emigrante puede convertir la divisa del país en una criptomoneda, enviarla al monedero electrónico de sus familiares o seres queridos receptores y estos convertirlos a la divisa fiat que necesiten, aunque por supuesto esta no es una forma de enviar dinero exenta de sus propias comisiones.
Por último, las criptomonedas son un activo fácilmente accesible (a menos que las autoridades las hayan prohibido, lo cual ocurre de momento en pocos países) y que puede ayudar a los ciudadanos de países con hiperinflación a esquivar parte del problema si no tienen acceso a divisa fuerte, aunque como ya se ha dicho anteriormente las criptomonedas no son la panacea contra la inflación precisamente debido a su alta volatilidad.
¿Existe un valor refugio infalible?
Para ser justos con las criptomonedas, y aunque estas pueden tener muy abruptas subidas y bajadas, otros valores tradicionalmente considerados seguros, como el oro, también sufren una más o menos alta volatilidad en su precio y para comprobarlo no hace falta más que ver una gráfica de la cotización histórica del oro para darse cuenta que ni invirtiendo en el noble metal el dinero estará totalmente a salvo, dado que no hay activo inmune a la influencia de la situación económica, y si en un momento dado dicha situación puede favorecer su crecimiento, como ocurre con el oro durante los momentos de incertidumbre, también puede hacerlo menos atractivo de mantener porque pierde valor en favor de otros activos, lo que puede derivar en que los poseedores se deshagan de este devaluando en el proceso su precio al aumentar la oferta, de hecho antes de la crisis del 2008 el Banco de España se deshizo de un tercio de sus reservas por considerarlo en aquel entonces como un activo no rentable.