Una de las temáticas más polémicas relacionadas a nuevas criptomonedas durante este año, ha sido la del Petro y todas sus características, en lo que apunta a un ejemplo acerca de todo lo que no debe ser en el espacio criptográfico. Desde las evidencias de ser una copia de Dash, pasando por la centralización, la falta de coherencia y especialmente, la falta de confianza, ciertamente el Petro, la hiperinflación y el caos económico reflejan la realidad del criptosocialismo de Nicolás Maduro.
Venezuela no está teniendo buenos momentos desde hace ya algún tiempo. La grave situación económica aunada a la ausencia de libertades han sido la gran causa de la estampida de millones de venezolanos emigrando de lo que una vez fue un próspero país.
Además ese país está acorralado por varios frentes. Por una parte la producción de petróleo ha estado cayendo sostenidamente, la hiperinflación está destruyendo su economía y su moneda recientemente relanzada como “Bolívar Soberano”, y las reservas de divisas están disminuyendo dramáticamente. Este clima de realidades ha conducido de manera insistente a Nicolás Maduro a forzar a la población a usar el Petro. Ya en los balances bancarios se vé reflejada la criptomoneda y Maduro ha anunciado el pago de bonificaciones de fin de año a empleados públicos y beneficiarios de sus planes sociales en Petros.
Sin embargo la realidad hiperinflacionaria en Venezuela destruye toda confianza posible en un ensayo criptográfico gubernamental. Al pretender cercar con controles centralistas toda actividad relacionada a la criptografía, el régimen de Nicolás Maduro ha asesinado torpemente su proyecto de criptomoneda. Todos en el mundo de las criptomonedas sabemos que la descentralización, anonimato y desarraigo de toda institucionalidad gubernamental son fundamentales, y ninguna de esas condiciones se encuentra en el Petro.
La hiperinflación puede superar más del millón por ciento este año y la serie de políticas del régimen de Maduro para tratar de lidiar con lo que está siendo la peor crisis económica de la década en el mundo sólo empeoran la realidad. Desde una moneda digital supuestamente respaldada por petróleo, pasando además por insólitos proyectos de agricultura urbana que incluyen criar conejos y pollos en casa, el caos es la palabra de orden en el día a día económico venezolano.
Con mentiras altisonantes como la que la ICO del Petro en febrero alcanzó más de 700 millones de dólares, lo que la ubicaría como una de las más exitosas de todos los tiempos, el régimen de Maduro sólo está conduciéndose por el camino de obligar a los venezolanos a usar el Petro a como dé lugar. La ansiada capitalización de un régimen cada vez más cercado puede provocar una de las más estridentes caídas en medio de un escenario de absurdo criptográfico como detonante. Y ello a pesar de los millones de dólares invertidos por el régimen de Maduro en lobbies de prensa internacional, política y opinadores.
La verdad es que el Petro carece de credibilidad y confianza, es una anticriptomoneda, y su absurda concepción de aplicarse “a la fuerza” sólo estrangulará más la ya casi imposible vida económica venezolana. Esa es la realdad del criptosocialismo de Maduro.