El Banco de Pagos Internacionales (BIS), una institución financiera internacional con sede en Suiza que cuenta con 60 de los bancos centrales de las principales economías como miembros gobernantes, ha alertado sobre las repercusiones financieras del recientemente anunciado ecosistema de criptomonedas del gigante de los medios sociales Facebook, Libra. Se espera que Libra se lance en la primera mitad de 2020 de acuerdo con su documento técnico que se lanzó la semana pasada el martes 18 de junio. Tras la publicación del documento técnico, varios reguladores han expresado su preocupación sobre el impacto del nuevo activo financiero, especialmente considerando que está respaldado por una compañía que ha sido constantemente acusada de abusar de la privacidad de los usuarios a través de la manipulación incorrecta de sus datos personales.
Facebook ha elegido ejecutar su criptomoneda a través de un proxy llamado Libra Association, que es una entidad registrada con sede en Suiza. La Asociación estará inicialmente compuesta por 100 miembros (es decir, compañías) que son líderes del mercado en sus respectivas industrias. Hasta ahora, la membresía cuenta con compañías como Coinbase, Uber, Spotify y MasterCard como miembros fundadores.
En el aviso recientemente publicado por el BIS, el Banco no nombró explícitamente el proyecto Libra de Facebook, sino que optó por generalizar afirmando que cualquier producto de servicios financieros que ofrezcan estas grandes empresas tecnológicas, como Facebook, Google y Amazon, plantea una (posiblemente existencial) amenaza al sector bancario tal como lo conocemos. Al reconocer que estas grandes empresas de tecnología podrían brindar eficiencia de mercado y más inclusión al sector de panadería, a su vez, presentan una serie de otros desafíos que la infraestructura bancaria actual aún no puede afrontar.
«Las características que aportan beneficios también tienen el potencial de generar nuevos riesgos y costos asociados con el poder del mercado», aconseja BIS.
Según BIS, estas grandes empresas tecnológicas tienen una base de usuarios tan grande que pueden escalar fácilmente sus operaciones con gastos generales mínimos con los que los bancos no pueden competir. Estos esfuerzos podrían cambiar rápidamente el sector financiero más rápido de lo que los reguladores pueden adaptar su mecanismo regulatorio que potencialmente podría dejar a la población desprotegida de los riesgos financieros.
«Los reguladores deben garantizar la igualdad de condiciones entre las grandes empresas y los bancos, teniendo en cuenta la amplia base de clientes de Big Tech, el acceso a la información y los modelos comerciales de gran alcance».