Puntos claves de la noticia:
- El impacto del halving disminuye frente a fuerzas institucionales y macroeconómicas.
- Los ETF y tenedores a largo plazo ahora remodelan la oferta.
- El halving sigue relevante, pero es solo un conductor más del mercado.
Durante más de una década, muchos inversores leyeron el precio de Bitcoin (BTC) a partir de un esquema sencillo: cada halving reducía a la mitad la emisión de nuevas monedas y, poco después, llegaba una fuerte subida seguida de una corrección profunda. La secuencia parecía clara: halving de 2012 y máximo de 2013, halving de 2016 y máximo de 2017, halving de 2020 y máximo de 2021.
Hoy Grayscale defiende que el mercado de Bitcoin se encuentra en otra etapa. La gestora combina su propio análisis con datos on-chain de Glassnode y con lectura de mercado de Coinbase Institutional. El mensaje central resulta directo: el patrón de cuatro años ya no basta para explicar el comportamiento del precio y pierde peso frente a fuerzas que antes tenían menos protagonismo.
Según Grayscale, la lógica matemática del diseño de BTC explica parte del cambio. Una fracción muy alta del límite de 21 millones de monedas ya circula en el mercado. Cada nuevo halving recorta un 50% la emisión, pero el impacto relativo se reduce, porque queda menos suministro por minar. La escasez programada continúa, aunque la sorpresa asociada a cada evento se diluye frente a los primeros ciclos.
El informe subraya tres diferencias clave frente al pasado reciente
La primera se centra en la fuente de la demanda. En los ciclos anteriores, el impulso principal venía de inversores minoristas que operaban en casas de cambio con alta rotación y horizontes muy cortos.
En la fase actual, una parte creciente del flujo proviene de ETFs de Bitcoin, balances corporativos y fondos profesionales. Ese capital suele moverse con mandatos más largos, marcos de riesgo formales y carteras diversificadas, por lo que reduce la influencia de la euforia y el miedo que dominaban las oleadas puramente minoristas.
La segunda diferencia afecta a la forma del precio. En 2013 y 2017, los máximos llegaron acompañados de subidas extremas y posteriores desplomes. En el ciclo de mitad de la década de 2020, Bitcoin registró un avance fuerte y, más tarde, una caída cercana a 30% desde sus máximos.
Grayscale interpreta ese retroceso como una corrección propia de un mercado alcista y no como el inicio automático de un invierno largo. La estructura se parece más a los ajustes que se ven en índices bursátiles durante tramos positivos que a las curvas parabólicas de otros años.
La tercera diferencia sitúa a la macroeconomía en el centro del análisis. En los primeros años, el precio de BTC apenas guardaba relación con los ciclos financieros globales. En la actualidad, la moneda reacciona a expectativas de tipos de interés, a la liquidez global y al apetito de riesgo de los grandes gestores.
Grayscale destaca tres factores: el debate sobre futuras decisiones de la Reserva Federal, el avance bipartidista de la regulación cripto en Estados Unidos y la entrada de Bitcoin en carteras institucionales como activo de reserva o diversificación.
Los datos on-chain de Glassnode refuerzan ese diagnóstico
La oferta controlada por holders de largo plazo alcanza máximos históricos. Carteras que casi no mueven monedas acumulan una parte creciente del suministro en circulación. Esa conducta retira unidades de los exchanges y reduce el efecto de choque de oferta que antes acompañaba a cada halving.
Además, aunque en 2025 se registraron correcciones intensas, la volatilidad realizada se mantiene por debajo de los niveles típicos de puntos de giro de ciclos anteriores. El mercado absorbe caídas fuertes con menos liquidaciones en cascada y menos ventas forzadas.